sábado, 21 de noviembre de 2009

Panóptico

El panóptico de Bentham ha dado pie a formulaciones un tanto excéntricas pero que por desgracia van camino de convertir en realidad los peores vaticinios de Orwell. Crear una tecnología capaz de generar mecanismos de control y sometimiento no creo que fuera su intención, pero la capacidad humana de darle la vuelta a todo y convertir avances científicos en aberraciones es algo que parece innato. El simbolismo oculto en la cárcel de Bentham, en el que el propio preso se convierte en su vigilante parece estar arraigando en otras esferas de la sociedad.
Londres, por ejemplo, dispone en sus calles de 10500 cámaras que vigilan a los ciudadanos, y si bien, la criminalidad se ha reducido, ¿cual esta siendo el coste humano de todo ello?
Por el momento no amenaza mucho a la población, pero, como ya he comentado en otra entrada del blog, están desarrollándose nuevas aplicaciones informáticas que permiten el reconocimiento facial mediante imágenes.
Que se pueda saber en cada momento donde se encuentra una persona convierte la calle en una prisión a gran escala, y si esos datos salen de los organismos oficiales quien sabe que usos se le podrá dar. Lo que me parece más gracioso de todo ello es que apenas encontrará obstáculos, la sociedad en general se ha vuelto tan pasiva, tan individual y la información, tan parcial que o no nos hacen caso, como en la recientemente aprobada TELECOM, o ni nos enteramos y apenas podemos generar resistencia contra ello.
Por otro lado, aplaudo la rapidez con la que se está consiguiendo generar una sociedad de consumidores despreocupados y/o esclavos, con poco criterio propio y que tragan con lo que viene de la televisión, que se ha consumado como la primera fuente de conocimiento de un gran sector de la humanidad.

1 comentario:

Onan dijo...

Y que me dices del SITEL este, de los moviles nominativos, esto es, con nombre e identificación de los usuarios, en fin, que tendremos de rinventar sistemas caseros pero sofisticados de encriptmiento de mensajes, o simplemente quedar para hablar, sin utilizar los nuevos medios digitales, tan vulnerables al "pichamiento"